Cuando quieras hablarme, háblame. Ahí estaré, esperando.
Como siempre lo he hecho. Cuando quieras abrazarme, siente que te abrazo.
Siente ese escalofrío que antes recorría cada lámina de tu piel cuando yo te
rozaba. Cuando quieras olvidarme, trata de recordarme. Trata de no hacer menos
de lo que yo hice por ti.
Intenta no evacuar tu frustración rompiendo mis recuerdos.
Nuestros recuerdos. Los de cada momento que pasamos, que vivimos y que ya no
volverán. Recuerda cada instante que
pasamos, cada palabra que nos dijimos o cada mirada que sustituyó a aquellas
palabras. Siente que el vacío que ahora sientes, antes extrañabas.
Memoriza cada paso de los que ya has recorrido. Visualiza
cada gesto que algún día nos hizo reír. Recuerda alguna letra de nuestro particular
abecedario. Inventa nuevas metas que puedas perseguir, pero hazlo sin mi ayuda,
sin mis manos acariciando cada ápice de tu cuerpo. Porque no hay un final digno
si el camino se hizo estruendo, largo y aburrido. No es el caso de lo nuestro.
Lo tuvimos todo y al final no lo apreciamos. Recorrimos el desierto con
temperaturas bajo cero. Invertimos los deseos por un instante de lujuria.
Si te hablan de mi, pecaras con tu inocencia, dejando atrás
todo aquello prometido, olvidando lo pactado y rompiendo nuestro récord.
Yo sigo insistiendo en el desespero de ver cerca la agonía
que produce el vaivén de nuestro reloj. El que marcaba las historias que ahora
ya no recuerdo. El que aceleraba los minutos que faltaban hasta nuestro
encuentro. El que ralentizaba el universo cuando yo te daba un beso.
Y ahora que todo terminó me pregunto si algún día fui capaz.
Si alguna vez mi cabeza fue tan tenaz y locuaz de mantenerse ordenada en este
caos en el que ahora me encuentro. Me pregunto si seré capaz de no expresarte a
cada segundo lo que siento, con la impotencia del que dio todo para recibir muy
poco, del que luchó a muerte a cambió de una tregua de oxígeno para dejar de
respirar. Para ver así cada sentimiento que por mi mente se asomaba.
Ahora sabes de lo que fui capaz, de lo que pudiste hacer y
de lo que decidiste ignorar. De romper ese vaso que aun estando medio lleno,
medio vacío lo quisiste ver.
¿Sabes? Cuando quieras olvidarme, ya te habré olvidado.
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